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Un ejército de langostas

Tocad la trompeta en Sión;
    dad la voz de alarma en mi santo monte.
Tiemblen todos los habitantes del país,
    pues ya viene el día del Señor;
    en realidad ya está cerca.
Día de tinieblas y oscuridad,
    día de nubes y densos nubarrones.
Como la aurora que se extiende sobre los montes,
    así avanza un pueblo fuerte y numeroso,
pueblo como nunca lo hubo en la antigüedad
    ni lo habrá en las generaciones futuras.
El fuego devora delante de ellos;
    detrás, las llamas lo queman todo.
Antes de su llegada, el país se parece al jardín del Edén;
    después, queda un desolado desierto;
    ¡nada escapa a su poder!

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